...junto a chicos y "grandes"

Ser niño ya no es un privilegio

Los últimos datos publicados por Unicef indican que, en Argentina, más de 8 millones de chicos viven en la pobreza. La pandemia agravó las desigualdades y afectó irremediablemente su derecho al juego y a la educación. Nuestros padrinos, Flavio Mendoza y Adriana Brodsky, nos cuentan cómo era el Día del Niño en su infancia y el contraste con la actualidad. 

© UNICEF/Jan Touzeau

Cada vez más afectados por la pobreza, y ahora además aislados de sus amigos, abuelos, tíos, primos, maestras, sin poder ir a los juegos de la plaza y con la incertidumbre y limitaciones que genera la pandemia del COVID 19. Pero con su inocencia, sus sueños y autenticidad a flor de piel.

Así viven su día a día los niños y niñas del 2020, año que marcará a toda una generación que, de por sí, viene estimulada por el uso intensivo y creciente de las tecnologías y atravesada en los peores casos, por violencias y abusos de todo tipo.

Generación cuyos integrantes más vulnerables sufren el flagelo de la explotación laboral o son sometidos por redes de trata o narcotráfico y se ven expuestos no solo ante la pandemia -que pone en vilo al mundo entero-, sino también por una desigualdad creciente, que empuja hacia el hambre y pobreza a cada vez más cantidad de chicos y chicas.

Las Naciones Unidas reconocen que, de las 1300 millones de personas que viven en situaciones indignas a lo largo y ancho del planeta, la mitad son niños.

En Argentina, los números también son escandalosos: el 62,9%, esto es, más de 8 millones de niños, están en esa condición. Si se toma en cuenta la proyección interanual, son 1,3 millones de niños y niñas más que los relevados a fines del año pasado.

Las cifras fueron dadas a conocer días atrás por Unicef, en un informe titulado Impacto de la pandemia y las medidas adoptadas por el gobierno sobre la vida cotidiana de niñas, niños y adolescentes.

“Si bien la niñez no es el grupo de población más afectado en términos de salud, tiene el doble de probabilidades que los adultos de vivir en pobreza y es extremadamente vulnerable a sus consecuencias sociales y económicas”, señala el documento, que define a los niños como “víctimas ocultas del coronavirus”.

En este contexto, las ayudas que los gobiernos –nacional, de las provincias y de la CABA- han dispuesto son insuficientes para asegurar las necesidades básicas de las familias más vulnerables. Por eso, se vuelve imprescindible el trabajo de las organizaciones de la sociedad civil.

Para asegurar el alimento a los más pequeños y sus familias, cientos de jardines, comedores, merenderos, clubes y parroquias, entre otros, abrieron parcialmente sus puertas, tomando todas las medidas sanitarias para prevenir el covid-19, y ofrecieron asistencia para satisfacer una demanda que aumenta con el pasar de los días.

FUNDAMIND, en el barrio de Balvanera, en lo que va de la pandemia, entregó 4900 bolsones, que equivalen a 95 toneladas de alimentos de primera necesidad. Las familias también fueron asistidas con productos de higiene, útiles escolares y pañales.

Además, las maestras mantuvieron contacto por videollamadas y mensajería con cada uno de los 200 chicos que asisten al Centro de Primera Infancia, quienes hicieron actividades desde sus casas.

Según la psicóloga y directora del Cpi de FUNDAMIND, Marisa Mujica, ¨las docentes, con sutileza, se comunican y llegan a los sentimientos más profundos de los niños, sus madres, padres y hermanos, tratando de impedir que el efecto doloroso de esta pandemia se convierta en trauma”.

“Juntos, tratamos de organizar esas ansiedades compartidas, canalizándolas a través de actividades generadoras de confianza y seguridad. No es sencillo, no es fácil, pero es posible. Inspiramos hondo e iniciamos el día tratando de ponerle luz y tranquilidad a este camino  lleno de  miedos y tensiones, con la fe puesta en una salida superadora de la pandemia.” Para poder ayudar a quienes más lo necesitan, FUNDAMIND recibe ayuda del gobierno Nacional,  del de la Ciudad y de muchas manos solidarias.

Entre esas manos, están las de su padrino, Flavio Mendoza, y su madrina, Adriana Brodsky. Ellos también reflexionaron sobre este momento tan particular para los niños y niñas y recordaron cómo era su Día del Niño.

Flavio Mendoza:

 

  • “Yo tuve una infancia llena de fantasía y trato de darle esa misma infancia a mi hijo, Dionisio. Hoy quizá con tantas tecnologías, padres que trabajan mucho, que no pueden estar tanto con ellos, eso cambió, pero estaría bueno volver un poco a ese espíritu que recuerdo de mi niñez”.
  • “Era todo mágico, fantasioso, era vivir un sueño de niño que no se debe perder. Saber que esa personita tan dulce crezca con ese sueño, con la ilusión de un mundo mejor, siendo una persona de bien y con esperanza, que es lo que hoy más necesitamos.”

 

Adriana Brodsky:

  • “Todos los niños nacen iguales en el mundo, con esa necesidad de tener comida, un hogar, mamá y papá. Pero a algunos les roban su niñez por diferentes motivos, entonces se acaba la niñez, y a muy temprana edad a veces tiene que empezar a ser adulto, como fue mi caso.”
  • “Mi niñez fue triste y veo hoy la niñez de otros y me recuerdan a la mía y me duele  mucho. Pero todos nacemos con ganas de vivir la niñez con mucha intensidad, a veces las circunstancias de la vida, que son muy crudas, nos hacen perder la niñez.”
  • “Hay que tener una comunicación legitima con los niños, desde el alma y con mucho amor. Con un lenguaje acorde, yo les he hablado de lo que es el abuso sexual, las drogas, el sida, y les enseñé que hay un mundo donde hay chicos que no comen, viven en la calle o no tienen papás.”
 © UNICEF/UNI316642/Mohamed

DIA DEL NIÑO

“Este es el primer Día del Niño en 30 años de trabajo sin poder compartirlo con multitudes de niños, sin poder jugar con ellos y compartir una linda fiesta con sus padres”. Un Día del Niño atravesado por el aislamiento social, el uso del tapabocas, el lavado de manos obligatorio y la desigualdad en cuanto al acceso a la tecnología y a la satisfacción de necesidades básicas de los distintos grupos y familias más vulnerables”, comenta Gerardo Mitre, presidente de FUNDAMIND.

No obstante, a pesar de la falta de los tradicionales juguetes, FUNDAMIND seguirá presente junto a los niños, a través de la entrega de un bolsón de alimentos especial que incluye golosinas y con sus docentes que los acompañarán con canciones, cuentos y tiernos mensajes que transmiten alegría en un momento de profunda tristeza.

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