...junto a chicos y "grandes"

“No necesitamos días de reconocimiento”: madres solas piden buen trato y equidad salarial

Norma tiene 35 años, dos trabajos de lunes a lunes y una hija, a la que cría sola. Es una historia de vida que expresa lo que le sucede a muchas madres en nuestro país, golpeadas por la falta de recursos –tiempo y dinero- pero que aún así se sobreponen a las dificultades. En este caso, también a la violencia de parte del varón, que además abandonó su rol paterno. La posibilidad de que la pequeña concurra al Centro de Primera Infancia de FUNDAMIND fue el puntapié para salir adelante.

Mi mayor éxito fue lograr una vivienda para Larita y para mí, solas. Yo sé que ella todos los días reconoce lo que hago. Del resto, no necesitamos reconocimiento ni días de la madre o de la familia, sino comprensión, amor, buen trato y fundamentalmente buenos salarios para darle lo mejor a nuestros hijos”, nos cuenta.

Cuando era joven, Norma y sus amigas no querían ser madres. No estaba dentro de sus proyectos. “Nuestras historias familiares eran parecidas y ninguna era una historia feliz.” Pero todo cambió.

Conoció a Lucas en el colectivo, empezaron a salir y quedó embarazada. “Al principio mi familia me rechazó porque en lugar de abortar yo, aborté mi proyecto de estudiar.” Nació Larita y comenzó una nueva vida.

Él perdió el trabajo y el alquiler se hizo cuesta arriba. Ella debía redoblar el esfuerzo para conseguir ingresos y para cuidar a la nena. En ambos planos –el laboral y el doméstico- él empezó a desentenderse.

“Larita siempre le sonreía y le tiraba los bracitos. A veces yo me llenaba de ira por las respuestas de Lucas hacia la nena y hacia mí y él se ponía peor. La situación se tensó hasta que no pude más y le pedí a Lucas que se fuera”, rememora Norma.

La situación se agravó cuando pasaron de los intercambios verbales a la violencia física. Finalmente, él se fue a lo de sus padres. Ella quedó definitivamente sola a cargo de su hija.

Cuando cumplió dos años, consiguió una vacante en el CPI FUNDAMIND, una organización que lleva más de 30 años asistiendo a la primera infancia en situación de riesgo social. Como otros centros y espacios comunitarios en todo el país, constituyen la primera malla de contención para muchas familias –en especial monoparentales– que se encuentran en un callejón sin salida.

Concretamente, madres solas, casi sin ayuda del entorno, que deben ganarse el sustento diario pero a su vez deben cuidar a sus hijos pequeños. A los CPI asisten niños de 45 días a 3 años, garantizando un rol que los sistemas público y privado no están teniendo.

“Vemos muchas madres que vienen desesperadas en busca de una ayuda no para ellas directamente, sino para que sus hijos estén durante toda la jornada en un lugar seguro, cuidado, recibiendo educación, comida y contención, para poder salir a generar ingresos, aunque sea informales para pagar una pieza o un alquiler precario y la comida de la noche”, cuenta la Lic. Marisa Mujica, Directora sociocomunitaria de FUNDAMIND.

Norma, agradece la oportunidad que tuvo Larita en FUNDAMIND, donde la recibieron “con comprensión y amor” y reconoce que desde entonces pudo empezar a mejorar paulatinamente su situación.

No fue fácil. El padre de la nena volvió a vivir con ellas y se repitió la historia de maltratos y separación. Ella debió irse a la casa de su propia madre. “La convivencia no fue fácil. Larita iba creciendo y cada vez necesitaba más cosas. Yo terminaba -todos los días- agotadísima. Recuerdo que una noche me desperté y encontré a Larita durmiendo en el piso.”

Sin embargo, Norma había incorporado la fuerza para formarse como técnica de uñas e hizo clientela. “Todo me costaba un montón y me parecía que no iba a poder lograrlo. Ni bien aprendí comencé a ir a atender a domicilio.”

Esa es su actividad los sábados, domingos y feriados. El resto de los días de la semana cuida niños. No es necesario explicar la enorme resiliencia de la mujer y su capacidad de sobreponerse a las injusticias para dar amor y cuidados a otros.

Alrededor de un 10 por ciento de los hogares en Argentina son encabezados por madres solteras, según el INDEC. Esta cifra viene creciendo en distintos estratos socioeconómicos, aunque la mayoría está concentrada en áreas urbanas y, de acuerdo con el Observatorio de la Deuda Social Argentina, las madres solteras tienen una probabilidad significativamente mayor de vivir en condiciones de pobreza o vulnerabilidad económica, en comparación con hogares donde hay dos adultos que comparten las responsabilidades económicas.

Por otro lado, si bien los embarazos adolescentes vienen en franco retroceso, muchos de estos procesos derivan en maternidad en solitario, especialmente en sectores de bajos ingresos, donde a su vez la condición de madre obliga a interrumpir los estudios y dificulta la posibilidad de conseguir empleo.

  • De acuerdo con datos de la Anses, alrededor de 2,4 millones de madres son beneficiarias de la Asignación Universal por Hijo (AUH).
  • Según datos de la UCA, se estima que más del 50% de los hogares monoparentales están por debajo de la línea de pobreza.
  • En regiones como el Conurbano Bonaerense, Chaco, Formosa y Tucumán, entre otras, se estima que hasta 7 de cada 10 madres solteras pueden estar viviendo en pobreza o vulnerabilidad económica.

BRECHA SALARIAL

La brecha salarial de género ronda entre el 25% y el 30%, dependiendo del sector y la región de nuestro país. Esto significa que, en promedio, las mujeres ganan aproximadamente un 25% menos que los hombres por realizar trabajos similares.

En sectores tradicionalmente masculinizados, como la construcción y la industria, esa inequidad es aún más profunda, superando el 35%.

En sectores donde hay mayor participación femenina, como la educación y la salud, la brecha es menor, pero sigue existiendo y se sitúa entre el 10% y el 15%.

Por otro lado, la brecha salarial es más pronunciada en el sector informal, donde las mujeres están sobrerrepresentadas en trabajos precarios, sin acceso a seguridad social ni protección laboral.

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