Con hambre y en riesgo: la cruda realidad que atraviesan millones de niños

Nos acercamos a un nuevo Día del Niño con poco para celebrar y mucho para hacer de parte de quienes tenemos la responsabilidad de dejarles un mundo mejor que el que recibimos. En FUNDAMIND nos llenamos de la energía y el amor de los más pequeños, pero no nos olvidamos que en nuestro país hay millones que pasan hambre y las organizaciones de la comunidad necesitamos más apoyo para asistir a una demanda creciente.

En el contexto actual de Argentina, la infancia enfrenta una crisis alarmante que exige atención y acción inmediata. Según el último informe de Unicef, un millón de niños y niñas en el país se va a dormir cada noche sin haber cenado.

Esta impactante cifra es solo una de las muchas que reflejan la dura realidad que atraviesan las infancias en Argentina, donde la inseguridad alimentaria y la pobreza extrema han alcanzado niveles sin precedentes.

El documento que dio a conocer Unicef hace algunos días revela que 1,5 millones de niños y niñas se ven obligados a saltarse alguna comida durante el día porque sus familias no tienen los recursos económicos suficientes para comprar alimentos. Esta situación se agrava cuando consideramos que el 70% de los niños en Argentina viven en situación de pobreza, y el 30% de ellos lo hace en condiciones de pobreza extrema.

En efecto, un informe elaborado por la Universidad Católica Argentina (UCA) advierte que el 63% de los niños y adolescentes del país viven en la pobreza, y el 16,2% en la indigencia.

Estos datos, correspondientes al año 2023, marcan el nivel más alto desde el 2010. Según el censo de 2022, se estima que en Argentina hay 7.685.436 niños y adolescentes (de 0 a 17 años) en situación de pobreza, de los cuales 1.979.397 son indigentes.

El estudio de la UCA se diferencia del realizado por el INDEC en su metodología, ya que evalúa la pobreza multidimensional, considerando cinco aspectos clave del desarrollo infantil y adolescente: alimentación, saneamiento, vivienda, salud, información y educación. En contraste, el INDEC mide la pobreza en un rango etario de 0 a 14 años, centrándose más en el ingreso económico.

Las razones detrás de esta crisis son múltiples y complejas. Unicef señala que el 15% de las familias en Argentina ha perdido al menos un empleo en lo que va de 2024, con un 65% de estos hogares pertenecientes a los sectores más vulnerables. Incluso aquellos que conservan sus trabajos han visto disminuir sus ingresos: el 14% de los hogares con trabajos cuentapropistas ha perdido clientes, lo que ha obligado a muchas familias a restringir gastos esenciales como la compra de libros, actividades extracurriculares, y simples salidas familiares.

La inseguridad alimentaria sigue siendo un gran problema. El 32,2% de los niños y adolescentes en Argentina no puede acceder a alimentos nutritivos y variados debido a problemas económicos. Este dato ha aumentado desde 2018 y, en 2023, el 13,9% de los menores experimentó hambre por falta de recursos. Estas carencias tienen un impacto directo en su desarrollo físico e intelectual, afectando su capacidad de aprendizaje y aumentando el riesgo de estigmatización y problemas cognitivos.

Infancias en riesgo

A este drama tenemos que sumar el riesgo al que se ven sometidos niños, niñas y adolescentes por el accionar criminal de bandas dedicadas a la trata y la explotación, así como al tráfico y mercadeo de drogas que arruinan su salud y el futuro de los más vulnerables.

El caso Loan, tal como lo abordamos hace poco más de un mes, deja expuesta la facilidad con la que un niño puede ser víctima de este tipo de acciones y, más grave aún, el entramado institucional de los poderes públicos es incapaz -en el mejor de los casos- de prevenirlo o de resolverlo.

Entretanto, chicos y chicas de todas las clases sociales quedan cada vez más inmersos en trampas digitales que los pueden llevar a la adicción al juego a temprana edad, con trágicas consecuencias en algunos casos, o a las mismas bandas de explotación sexual que operan en las plataformas con la misma impunidad.

Llamado a la Acción

La situación es grave, pero no irremediable. Unicef ha lanzado la campaña El hambre no tiene un final feliz para generar conciencia y movilizar a la población en la urgencia de abordar esta crisis.

Según los expertos, los primeros años de vida son cruciales, y cualquier retraso en la intervención puede tener consecuencias irreversibles. Es fundamental que los programas sociales se fortalezcan y se ajusten para superar la línea de indigencia.

El informe de la UCA, titulado Trazando el Camino: Privaciones Estructurales, Avances y Desafíos en los Derechos de la Infancia y Adolescencia. Argentina 2010-2023, expone con claridad las falencias básicas que enfrenta la población más joven del país.

Este estudio, que abarca los últimos trece años, ofrece una evaluación y monitoreo exhaustivos de los derechos de los niños, niñas y adolescentes en la Argentina urbana, subrayando la urgente necesidad de políticas públicas que aborden estas derivaciones de manera integral y sostenida.

De los noventa a la actualidad: 34 Aniversarios del Día del Niño, desde la mirada de FUNDAMIND

“En los inicios de FUNDAMIND, hace 34 años, el vacío de estado era muy similar al actual. La sociedad dio respuesta generando organismos no gubernamentales que apelaban a la solidaridad -de los que más tenían- para proporcionar algún cuidado a los más necesitados.

En 2024, encontramos que las políticas de protección a los más vulnerables van decayendo cotidianamente al ritmo en que el actual estado se toma vacaciones sin fecha de regreso.

En los 90 la cultura de las familias argentinas y de las inmigrantes de países vecinos permitía que las Ong generáramos acciones movilizadoras para suplir con cuidado comunitario la ausencia estatal. Existía aún una cultura de cuidado solidario aunque no estuviera conceptualizada como política de protección.

Esa cultura de cuidado era humilde. No estaba atravesada aún por el consumismo irracional. Por lo tanto, el cuidado de las niñas y niños era para que fueran niñas y niños educados y no para que tuvieran “todo”.

Cuando madres y padres se referían a que a sus hijos “no les falte nada” se referían a techo, comida, vestido, calzado y educación.

Hoy que “no les falte nada” incluye celular, tablet, tv, calzado de última generación y ropa con todos los personajes de Disney y los de los héroes violentos de los dibujitos animados que van sumando muertos para ser los que triunfan.

Con esta misma idea de brillos y muertes sigue armándose nuestro contexto social y aunque no siempre se nombre, existe. Entonces nos encontramos con niñas que no quieren iniciar el día si no tienen la ropa y/o accesorios que eligieron y niños que agreden sin que sepamos porqué.

En los 90, el vestido y el calzado aún no eran descartables, entonces se cuidaban. Los padres sin celulares se comunicaban con presencia física y verbal. Actualmente, tanto adultos como niña/os no se conciben sin pantalla, sin selfie, o sea el auto reconocimiento permanente del cuerpo para tener identidad. 

Anteriormente, la identidad no sólo se construía con cómo se veía cada uno en el espejo sino que se iba conformando con las miradas y opiniones del entorno que observaba, hablaba y comunicaba lo que aprobaba y lo que no.

Las niñas y niños de hoy van adquiriendo la identidad que les dan las pantallas, se comunican por las pantallas, hablan como lo que dicen los personajes de las pantallas, se comunican por pantalla y juegan en las pantallas.

La cultura de pantalla los aísla, ya que no quieren ser molestados por nadie mientras están con los dispositivos de pantalla. Anteriormente las niñas y niños “iban a jugar”…. “con otros niños”, mientras los adultos, con cierta tranquilidad, los observaban de vez en cuando.

Hoy, los que no disponen de dispositivos con pantallas tienen que arreglárselas de otra forma, priorizar lo básico y comunicarse con gestos y palabras. En la actualidad, el 50 % de padres y madres tienen que construir cotidianamente una manera posible para seguir viviendo: pidiendo trabajo, comida, ropa. Lo hacen con acciones como timbrear, hablar y usar gestos.

Estamos conviviendo con dos tipos de realidades: las virtuales y las reales. Con culturas atravesadas totalmente por la virtualidad y otras que -atravesadas parcialmente- son determinadas por la realidad fáctica.

En los niños pequeños -convivir con ambas realidades – suele generar confusión. Y la mayor confusión se da cuando los padres ya “no pueden más”. No pueden conseguir vivienda, alimentos, vestido y calzado. Y en esas situaciones, las pantallas aportan, pero no dan soluciones mágicas como los dibujitos o los jueguitos. Entonces los niños padecen angustias, que en los primeros mil días, no pueden expresar con palabras y tampoco con pantallas. Es una angustia expresada con llanto, trastorno del sueño, falta de apetito, vuelta al no control de esfínteres si ya lo superaron, rechazo al adulto.

En el CPI FUNDAMIND convivimos con las dos realidades y nuestro gran desafío es prevenir la confusión en el niño, fortalecer a los padres para que tengan más contacto presencial con sus hija/os, que jueguen con ella/os sin agresiones, que les transmitan tranquilidad aunque estén agotados, que se den un espacio y un tiempo para que la/os niños sientan que están cuidados, ya que jugando, también podemos definir los límites y reconocernos mutuamente en el afecto y el amor. 

Juguemos con los niños que es la mejor manera de comunicarnos, juguemos con juguetes si tenemos -o si no- inventémoslos, contémosles cuentos y representemos los personajes. Jugar con los niños puede ser divertido y es gratis.

Marisa Mujica, Psicologa, directora sociocomunitaria de FUNDAMIND.

HTML Snippets Powered By : XYZScripts.com