Familias abarrotando jugueterías para encontrar el mejor regalo posible. Detrás de esa postal clásica en la previa del Día del Niño, hay una realidad compleja que obliga a reflexionar sobre el presente de la infancia, que es pensar nuestra sociedad a futuro.
Hace algunas semanas, el testimonio de un chico de 11 años en televisión que presuntamente confesaba ser adicto a drogas y victimario de crímenes puso en el tapete otra realidad de la infancia. Y abrió la discusión de quién y cómo se está haciendo cargo, o no, de esa problemática.
Indudablemente, la pobreza atraviesa a una franja importante de esa población. A mediados de este año se conoció, en base a estadística oficial, que unos 5,6 millones de chicos viven en esa situación en nuestro país, de los cuales 1,3 millones fueron sumergidos en la pobreza extrema.
A escala global, las cifras también son escalofriantes. Las tendencias de varios indicadores relevados por Unicef el año pasado sugieren que para 2030 seguirán viviendo en la pobreza extrema 167 millones de niños; unos 3,6 millones menores de 5 años morirán por causas mayormente reversibles y probablemente sigan sin escolarizar más de 60 millones de niños en edad de cursar la primaria.
Para ese año, los Estados –incluido el argentino- se propusieron cumplir 17 objetivos de desarrollo sostenible. El cuarto exhorta a que “todas las niñas y todos los niños tengan acceso a servicios de atención y desarrolloen la primera infancia y a una enseñanza preescolar de calidad”.
Precisamente en los primeros años de vida es donde deben concentrarse los mayores esfuerzos de los gobiernos y de las organizaciones de la sociedad civil.
Educación, nutrición y protección son ejes de un abordaje integral para proteger los derechos de niños, niñas y adolescentes, tal el espíritu de la ley nacional 26.061, aprobada en 2005.
“Los cuidados, la nutrición y la estimulación en la primera infancia pueden impulsar el desarrollo cerebral, fortalecer la capacidad de aprendizaje de los niños y fomentar su resistencia psicológica y su flexibilidad paraadaptarse a los cambios”, señalaron desde Unicef en el último informe sobre el Estado Mundial de la Infancia.
Este abordaje permite, además, romper los ciclos intergeneracionales de inequidad, esto es, que ningún chico esté condenado a la pobreza o a la indigencia por haber nacido en el seno de una familia que sufre esas condiciones.
En la primera infancia, la desnutrición puede causar retraso en el crecimiento. Una salud deficiente los priva de la oportunidad de jugar y aprender. No recibir educación puede restringir gravemente la productividad de una persona en su etapa adulta.
El Día del Niño comenzó a celebrarse en diferentes países a partir de 1954, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas recomendó que se instituyera una fecha exclusivamente consagrada a reafirmar los derechos de la infanciay a promover la comprensión y fraternidad entre los chicos de todo el mundo. Cada nación eligió un día distinto del año para la conmemoración.
En Argentina, se realizó el primer domingo de agosto, desde 1960, y se cambió al tercer domingo de este mes a partir de 2003. La ubicación en el calendario obedece a cuestiones comerciales, es decir, busca estimular en esta época el consumode las familias de aquellos productos y servicios destinados a los más pequeños.
“El ejercicio de los derechos se deteriora por el marketing del postmodernismo”
Para FUNDAMIND, que trabaja desde 1990 en el abordaje integral de los derechos de la niñez más necesitada, el Día del Niño es una oportunidad para celebrar con los más pequeños y sus familias, rodeados de las maestras, voluntarios y profesionales que los acompañan día a día en su crecimiento.
Al mismo tiempo, esta fecha abre la posibilidad de plantear la vulneración de sus derechos, en nuestro país y en el mundo, y renueva el desafío de comprometerse junto con los organismos públicos y otras instituciones de la sociedad civil para asegurar el pleno ejercicio de esos derechos por parte de niños, niñas y adolescentes.
La psicóloga Marisa Mujica, coordinadora del área socio-comunitaria de la Fundación, señala que “las políticas en general son diseñadas sin incluir medidas que prioricen los derechos pregonados internacionalmente y en nuestro país”, y agregó que “el ejercicio de esos derechos también se deteriora por efecto del marketing del postmodernismo que debilita las economías familiares al generar hábitos de consumo de productos alimenticios encarecidos por la publicidad y que sólo valen por la representación mágica que emiten las pantallas”.
Es que las conductas a las que son habituados los más pequeños ponen en duda el ejercicio real de muchos de sus derechos. Algunos ejemplos:
El alimento de última moda con alto contenido graso y sabor a frito resuelve frecuentemente la angustia de los niños. El precio pasa a ser secundario si los niños se divierten. No tiene importancia que aporten a su metabolismo excesos de grasas, sales y azúcares ¿Y el derecho a una alimentación saludable?
Las imágenes acompañadas de la mágica y pronta solución de los problemas han convertido a las pantallas en las prótesis necesarias para vivir ¿Y el derecho a la autonomía?
El estilo de comunicación es ágil y el de compra-venta más ágil aún. La angustia existencial ha sido sustituida por la angustia del “no tener”. Pero no la de “no tener” para cubrir las necesidades básicas únicamente, sino la de “no tener” los últimos productos de entretenimiento generados por la tecnología para que los niños pasen horas fijados a las pantallas, jugando no importa a qué y –a veces- tampoco sabiendo contra quiénes, pero resolviendo la angustia de la soledad ¿Y el derecho a ser escuchado?
Lo importante es que los niños no lloren. ¿Y el derecho a la libre expresión?
Cuando se separan de sus madres para ingresar al jardín, cuando los padres son esperados y dejan a los niños esperando por no cumplir con los regímenes de visitas, cuando deben quedarse solos sin ningún adulto que los cuide porque todos tienen que salir a buscar el sustento familiar, se le compra algo para tapar la angustia ¿Y el derecho a la protección integral y la salud psíquica?
También molesta que lloren cuando en la calle les falta el abrigo necesario o cuando no están cómodos en las precarias viviendas en las que habitan ¿Y el derecho a una vivienda digna?
“El dolor y el placer son de la esencia humana. Sus expresiones: el llanto y la sonrisa también. Vivir y crecer provocan dolor y placer. El dolor de no tener afecto suficiente al alcance de la mano y el placer de tenerlo es lo que facilita u obstaculiza el desarrollo y la realización de los niños para que alcancen a ser buenas y felices personas.
Que los niños lloren y sonrían por los vínculos afectivos, por saborear alimentos en su estado natural o con la mínima elaboración para hacerlos agradables, o por hablar y comunicarse con alguien que les responda, son situaciones en las que hay seres vivos transmitiendo imágenes, movimientos, sonidos y, fundamentalmente, palabras para armar las historias cotidianas de las familias y la comunidad.
En el Día del Niño, regalémosles nuestro afecto responsable, soportando llantos y devolviendo sonrisas, para que ellos puedan seguir amando y creciendo con responsabilidad.”
Marisa Mujica – Coordinadora del área socio-comunitaria – FUNDAMIND
EL ESTADO PREVÉ ASISTIR A 400.000 CHICOS A TRAVÉS DE CUATRO MIL ORGANIZACIONES EN DOS AÑOS
FUNDAMIND es uno de los 72 Centros de Primera Infancia (CPI) que funcionan en la Ciudad de Buenos Aires, donde las organizaciones de la sociedad civil se pusieron al hombro junto con el Estado de la Ciudad de Buenos Aires, la responsabilidad de dar a los niños una adecuada atención alimentaria y nutricional, prevención y promoción de salud, estimulación temprana y capacitación para las familias.
En total, asisten a más de 10 mil chicos por día, el 70% en los barrios del Sur. Su objetivo central es garantizar el crecimiento y desarrollo saludable de los niños y niñas de 45 días a 4 años, gracias al esfuerzo de unos 1300 profesionales involucrados en esos CPI.
Sostenido en gran parte en la trayectoria porteña, que ya lleva varios años, en 2016 se lanzó el Plan Nacional de Primera Infancia, que cuenta con la adhesión de unos 1200 espacios de este tipo en todo el país. De esta manera la modalidad estaría abarcando a unos 80 mil niños y niñas.
De acuerdo con la proyección del Ministerio de Desarrollo Social, a cargo del Plan, en 2019 se espera haber articulado a 4.000 espacios y empezar a resolver así muchas de las necesidades más urgentes de 400 mil chicos en todo el territorio nacional.