Hay que salir al sol

“Uno termina apostando su vida”, titula un medio español que habla sobre la adicción a los juegos on line de los adolescentes argentinos. El informe alerta que cada vez más jóvenes entre los 13 y los 19 años llegan a los consultorios en busca de ayuda atormentados por grandes deudas por apostar online todo lo que tienen. 

Por otro lado, en Argentina el suicido es actualmente la segunda causa de muerte en los adolescentes, según datos de Unicef.

¿Estamos ante un síntoma del malestar generalizado en una sociedad agobiada sucesivamente por la pandemia, la crisis económica, la falta de una visión común hacia el futuro? ¿Un fenómeno de la era digital, donde las relaciones afectivas son sí o sí mediatizadas por algoritmos, robots, autómatas que nos aceleran la ansiedad  y la necesidad de éxitos constantes y efímeros? ¿Un resultado de todo eso?

El rosarino Fito Páez canta con sabiduría popular: “Tenés que hacerte valer / no sos un trapo de piso / hoy elegís un país / podés cambiar este gris / ahora o no lo hacés más.” Y una consigna primaveral para salir de oscuras habitaciones donde lo único que brilla es la pantalla: “Es el momento mi amor / es un momento crucial / hay que salir al sol.”

La realidad del encierro y sus secuelas

La adolescencia es una etapa crucial en el desarrollo de las personas, donde la búsqueda de identidad y la necesidad de pertenencia se mezclan con la influencia del entorno.

La pandemia del COVID-19 agravó muchas problemáticas que ya afectaban a los jóvenes, y trajo consigo nuevas amenazas. En los últimos años, el aislamiento forzoso, la incertidumbre económica y la falta de espacios de contención comunitaria han generado un aumento preocupante en las tasas de adicciones, tanto a sustancias ilegales como a la ludopatía.

Estas adicciones no solo afectan la salud mental y física de los adolescentes, sino que también los colocan en situaciones de extrema vulnerabilidad frente al narcotráfico, que aprovecha las deudas de juego para captar a los jóvenes en sus redes criminales.

Se trata de una problemática compleja y multidimensional, que requiere profundizar el apoyo social y la prevención, asistencia y reintegración de los adolescentes en riesgo.

Las organizaciones como FUNDAMIND, entre otras instituciones comunitarias, barriales, clubes, iglesias, son las que pueden dar un enfoque integral que abarque no solo la intervención en las adicciones, sino también la creación de redes de apoyo emocional y social.

Pero la falta de recursos y el retiro del estado agravan la situación y dejan a la deriva tanto a los chicos y chicas como a quienes pueden contenerlos, hipotecando literalmente el futuro cercano del país.

La pandemia dejó huellas profundas en la adolescencia. El cierre prolongado de las escuelas y la falta de interacción social presencial han incrementado los niveles de ansiedad, depresión y aislamiento entre los adolescentes.

Este escenario creó un caldo de cultivo perfecto para la aparición y el agravamiento de adicciones. Según un informe reciente del Observatorio de Adicciones de la SEDRONAR (Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina), el consumo de sustancias ilegales en adolescentes ha aumentado significativamente desde el inicio de la pandemia. Entre las más preocupantes se encuentra el incremento del uso de cocaína y marihuana.

Por otro lado, la ludopatía ha emergido como una nueva amenaza, con un número creciente de adolescentes que, al buscar entretenimiento y escape durante el confinamiento, se volcaron hacia las apuestas en línea y los juegos de azar.

Según un estudio de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, el acceso cada vez más fácil a plataformas de apuestas en línea ha generado una nueva ola de jóvenes endeudados, muchos de los cuales recurren a préstamos ofrecidos por narcotraficantes, quienes luego los manipulan para integrarlos a sus redes de distribución.

El vínculo entre la ludopatía y el narcotráfico

En efecto, una de las consecuencias más alarmantes de la creciente ludopatía en adolescentes es el vínculo con el narcotráfico. Los adolescentes, al encontrarse en situación de vulnerabilidad económica debido a las deudas generadas por el juego, recurren a prestamistas clandestinos, muchos de los cuales operan bajo el control de redes de narcotraficantes. Estos prestamistas aprovechan la desesperación de los jóvenes para ofrecerles dinero fácil, pero a cambio los captan para realizar tareas relacionadas con la distribución y venta de drogas.

Esto genera un círculo vicioso, donde los adolescentes no solo están expuestos a las consecuencias del consumo de drogas y del juego, sino que además son arrastrados hacia actividades delictivas. Según datos proporcionados por el Ministerio de Seguridad de la Nación, la captación de adolescentes por parte de redes de narcotráfico ha aumentado en un 15% desde el inicio de la pandemia, y muchos de estos casos están vinculados con deudas de juego.

Efectos en la salud mental: depresión y suicidio adolescente

A estas problemáticas se suman las devastadoras consecuencias en la salud mental de los adolescentes. La depresión se ha disparado en los últimos años y, junto con ella, los índices de suicidio juvenil. Un informe de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM) revela que el 35% de los adolescentes encuestados manifiestan haber experimentado pensamientos suicidas durante el confinamiento. La falta de contención emocional y la sensación de desesperanza que muchos adolescentes atraviesan son factores determinantes que requieren de una intervención urgente.

Además, la crisis económica que atraviesa Argentina no hace sino agravar esta situación. El aumento de la pobreza y la falta de oportunidades laborales para los jóvenes generan una sensación de desesperanza, que muchas veces deriva en comportamientos autodestructivos, incluyendo el abuso de sustancias, el juego compulsivo y, en los casos más extremos, el suicidio.

Frente a este panorama, muchas organizaciones de la comunidad deben redoblar esfuerzos para trabajar en distintos ámbitos como la prevención, la educación, el acompañamiento psicológico, la asistencia y tratamiento y la integración comunitaria, evitando abordajes estigmatizantes que profundicen el problema y buscando siempre generar oportunidades para darle a las nuevas generaciones un futuro libre de adicciones, violencia y desesperanza.

HISTORIA DE VIDA

Jésica es una madre joven, que cría sola a tres niños y un adolescente. Tuvo problemas de consumo hasta hace tres años. “Un tratamiento psicológico me permitió empezar a recuperarme y actualmente estoy limpia”. Pero la adicción traspasó las generaciones.

Su hijo de 15 empezó a consumir, mientras ella estaba embarazada y padecía violencia  de género. Dispositivos del establecimiento educativo de su hijo más grande y la defensoría zonal le abrieron las puertas al tratamiento.

Por disposición de la justicia tutelar, los niños fueron separados por un tiempo y ahora mismo el más grande está en una comunidad para su rehabilitación. “Estoy apelando a todo lo necesario para recuperar a mis hijos”.

A pesar de la situación dramática que le tocó vivir, deja un mensaje esperanzador: “Deseo que si alguien está pasando por una situación de adicción busque ayuda. Hay salida. Crean en ustedes, no esperen a pasar por procesos tan dolorosos”.

Marisa Mujica, psicóloga y directora sociocomunitaria de FUNDAMIND, advierte que la inserción en circuitos de adicción a drogas es un mecanismo de dominación que sufren muchas personas y que someten por completo a quienes ya vienen de situaciones de vulnerabilidad social.


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“La pandemia ha impactado negativamente en el aumento de todas las formas de consumo”

“Los efectos de tanto tiempo de encierro han generado muchas descompensaciones en salud mental y significativo aumento en los niveles de consumo no solo de psicofármacos y alcohol sino también ha enraizado la dependencia digital a todo tipo de dispositivo cuyas consecuencias las estamos enfrentando ahora”, explica María de las Mercedes Aranguren, presidenta de la fundación Convivir.

“Salir de estas dependencias es un proceso largo y difícil que requiere tratamiento específico”, alerta la titular de esta ong, que trabaja desde hace cuatro décadas en la prevención, la investigación y el tratamiento clínico y comunitario de personas usuarias de drogas y en situación de sufrimiento social

En ese sentido, aclara que “la ludopatía no es una problemática nueva pero sí podemos decir que a partir de la pandemia ha surgido como un nuevo emergente especialmente en adolescentes y jóvenes adultos. Los juegos y apuestas online van in crescendo generando un impacto negativo en dicha población”.

Convivir cuenta con dispositivos de abordaje centrados principalmente en el trabajo sobre la prevención de consumos problemáticos, en el poder detectar y evaluar predictores de riesgo para el desarrollo de una posible adicción. La fundación tiene para eso un Centro de Salud Mental y Adicciones Ambulatorio, que permite el abordaje integral de adolescentes, jóvenes y adultos con problemas de consumo de sustancias psicoactivas, en situación de sufrimiento psíquico y/o con alta vulnerabilidad social, especializado en patología dual.

Los chicos y las pantallas: “Hay una epidemia de miopía”

LÍMITE A LAS PANTALLAS

La agencia de Salud Pública de Suecia, por primera vez, hizo una serie de recomendaciones relacionadas al uso de pantallas en los menores de edad. Según el Ministro de Salud, “los beneficios de las tecnológicas se están pagando con la salud de los niños”.

Las recomendaciones, que no incluyen las horas de estudio, van desde los recién nacidos hasta los 18 años y lo que dijeron en relación a la cantidad de uso de pantallas dependiendo la edad es lo siguiente:

  • De 0 a 2: Nada de pantallas
  • De 3 a 5: Una hora diaria
  • De 6 a 12: Dos horas diarias
  • De 13 a 18: Tres horas diarias
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