Las organizaciones de la comunidad no dan abasto para contener a los chicos que viven en la pobreza

En todo el país, hay 5,5 millones de menores de 14 años que no cubren sus necesidades básicas, según las cifras oficiales. En el Centro de Primera Infancia de FUNDAMIND, ubicado en CABA, se ofrecen viandas y bolsones a 300 familias, pero no alcanza. “Acá somos todos pobres”.

Los números dados a conocer días atrás por el Indec siguen siendo estremecedores: hay 5,5 millones de chicos menores de 14 años que vive en situación de pobreza. Se trata de más de la mitad de la población (51,4 por ciento) en ese rango etario dentro del cual, a su vez, hay un 12 por ciento que vive en la indigencia.

Detrás de las cifras, están los problemas económicos que afectan a casi toda la población, en especial la inflación en el precio de los alimentos. Las canastas regionales promedio aumentaron un 17% respecto del semestre anterior.

Delante de las cifras, está la dura realidad que viven día a día esas millones de familias y el nefasto augurio de que transitaremos al menos este siglo con varias generaciones hundidas en la pobreza de manera estructural.

“El niño, hijo de padres mal alimentados, tendrá los mismos genotipos, esto se llama epigenética. Es decir, el chico va a nacer con el mismo déficit que sus padres, es algo heredado. Estamos creando generaciones con niños con déficit cognitivos y físicos que no sabemos a dónde vamos a llegar”, explicó el pediatra Víctor Gallo, jefe del servicio de nutrición del Hospital del Niño Jesús de Tucumán, consultado por el diario Perfil.

En la misma publicación, la licenciada en nutrición Paula Gallo subrayó: “Una mala alimentación en la infancia deja secuelas irreversibles en el crecimiento, desarrollo corporal y cognitivo del niño ante el déficit de nutrientes esenciales. Esta situación conlleva a un retraso crónico del crecimiento en el cual se ve afectada su capacidad intelectual impidiendo su inserción en la sociedad. Hay muchas posibilidades de que un niño pobre sea un adulto pobre”.

El Centro de Primera Infancia (CPI) de FUNDAMIND recibe en el barrio porteño de Balvanera a 175 niños que encarnan esas cifras dadas a conocer por el Indec. Viven en hogares son insuficientes ingresos para completar las canastas básicas y en general sus adultos responsables carecen de trabajo regular, por lo que la alimentación, educación y cuidado depende en gran parte de lo que la Fundación puede hacer por ellos.

Desde que comenzó la pandemia, FUNDAMIND acentuó la ayuda social y aún hoy sigue entregando diariamente 200 viandas más 150 bolsones mensuales y donaciones recurrentes de comida e indumentaria a comedores de CABA y el resto del país.

“De acuerdo a las estadísticas actuales y al costo de la canasta básica, acá todos somos pobres y sabemos que vamos a seguir siendo pobres, que no vamos a salir de la pobreza quién sabe por cuánto tiempo”, lamenta la psicóloga Marisa Mujica, reponsable del área sociocomunitaria de FUNDAMIND.

“El niño que se cría en situación de pobreza puede ilusionar otro mundo para cuando sea grande y las fantasías suelen compensar la falta de comida, ropa o calzado. Las fantasías ayudan a la creatividad y algunos niños crecen con un solo objetivo: salir de la pobreza”, afirma Mujica.

De acuerdo con UNICEF, en todo el Mundo más de 100 millones de niños cayeron en la pobreza por el impacto del Covid-19, la peor crisis en la infancia en 75 años. La recuperación, claro está, es dispar y no alcanza a todos ni lo hace con la misma velocidad a quienes tienen chances de recuperarse. “Nos enfrentamos a una década perdida para la infancia y la juventud”, alertó el organismo internacional.

Sin dudas, la pandemia agravó el escenario para muchas familias que aún no pueden siquiera recuperar el nivel de ingresos que tenían previamente, mientras es cada vez más difícil que el dinero conseguido cubra las necesidades básicas, por la pérdida de valor frente a la alta inflación existente.

“Hay miles de madres que deben dejar a sus hijos solos para poder ir a trabajar. Si ellas no trabajan, los niños no comen. Entonces los niños quedan librados a la suerte. Y los resultados son muy claros: hijos que consumen sustancias tóxicas, que dejan de estudiar o les cuesta el aprendizaje en la escuela, otros salen a trabajar siendo niños”, describe Marisa Mujica, referente de FUNDAMIND.

Las ayudas, subsidios y donaciones que reciben organizaciones solidarias como FUNDAMIND permiten seguir brindando la ayuda a los chicos y a sus familias, aunque la demanda social viene creciendo y el desafío de alimentar y educar a todos es cada vez más difícil.

“Mientras FUNDAMIND conserve su mística solidaria y sea una Comunidad Unida basada en la Fe, la Esperanza y el AMOR y conserve además su capacidad creativa y Resiliencia para superar las actuales circunstancias adversas, generará más recursos y herramientas de intervención en la comunidad y seguirá siendo un pilar para las familias que acuden a ella en búsqueda de orientación, educación y nutrición para sus hijos¨.

“Endémica, global e histórica”

“Nos toca vivir en un contexto de aumento de la cantidad de pobres y mayores enfrentamientos entre ellos, que opacan la vida cotidiana. Hay quienes pidieron prestado y no logran devolver, quienes no iban a ejercer el trabajo sexual y lo hacen, quienes no creyeron llegar a robar y roban, quienes nunca necesitaron pedir y ahora piden, quienes siempre pagaron el alquiler y hoy casi no pueden, quienes no pueden tomar transporte, quienes dejaron de ver a familiares o amigos porque no tienen para trasladarse, quienes ya no tienen internet ni creen volver a tener.

Cada uno conoce su propia pobreza y tiene experiencias diferentes. El que tuvo hambre y no tuvo para comer, sabe que la pobreza se siente en el estómago y cuando se convierte en tristeza hace que vivamos en un mundo triste y feo.

El que no pasó por la pobreza suele hablar de los pobres pero muy difícilmente alcance a comprender el significado de ser pobre y -lamentablemente- también hay pobres que ascienden económicamente y no comprenden porqué otros siguen siendo pobres. Entonces, suelen estigmatizar hasta a sus mismos familiares.

La pobreza también separa parejas, distancia a padres de hijos, aleja hermanos y también enferma o enloquece a quienes la padecen, tuerce destinos. Su brutalidad mayor es matar de hambre. Es endémica, global e histórica, componente de la esencia de la organización humana que opera por juego de poderes de unos sobre otros, de capacidades o incapacidades de adaptación activa al medio en el que se vive, de creencias instaladas como irreversibles y/o de la pérdida de visión de futuro.”

Marisa Mujica, FUNDAMIND.


LA POBREZA EN NÚMEROS:

  • 5,5 millones de menores de 14 años no cubren sus necesidades básicas
  • Es el 51,4% de la población de esa edad.
  • Casi 700 mil son indigentes.
  • Es el grupo etario con mayor nivel de pobreza, aunque se redujo desde 2020 en 6 puntos porcentuales.
HTML Snippets Powered By : XYZScripts.com