Sobre llovido, mojado. Y mosquitos. Y dengue. Científicos ya advirtieron que el Aedes Aegypti, vector de esta enfermedad que empieza a ser endémica también en la zona centro del país, no desaparecerá siquiera con las menores temperaturas de las próximas semanas.
El propio ministro de Salud de la CABA, Fernán Quirós, reconoció que el problema llegó para quedarse y que el verano 2024-25 tendremos nuevamente que lidiar con una ola de infecciones.
Como en muchas otras cuestiones, las problemáticas ambientales y de salud -que suelen ir de la mano- impactan de forma diferentes según otra variable muy presente también en nuestra patria en estos tiempos: la pobreza.
En efecto, en las últimas horas nos enteramos que hay 3,2 millones de personas que en el primer trimestre del año cayeron bajo la línea de la pobreza. Y que la indigencia es del 11,9 por ciento.
El dato lo arrojó la Universidad Di Tella, y alerta que casi la mitad de la población en zonas urbanas se encuentra en esa condición.
Se combinan, entonces, situaciones habitacionales sumamente precarias con nuevas problemáticas ambientales y sanitarias que son, en parte, producto del cambio climático -el dengue era una enfermedad circunscrita al Sudeste asiático hasta hace algunas décadas- pero también de las condiciones insalubres que retroalimentan la propagación de enfermedades.
En FUNDAMIND, organización que trabaja con la primera infancia y sus familias desde hace más de tres décadas en la Ciudad de Buenos aires, esto se palpa todos los días.
“El ambiente en el que vivimos y compartimos tiene las dificultades que genera el hacinamiento, la falta de ventilación e higiene adecuadas, la ausencia de confort, inherentes a la categoría de pobres a la que pertenecemos. Y el dengue nos coloca en situación de alerta con la presencia de mosquitos, pero los repelentes se agotaron, encarecieron y en muchos hogares están ausentes”, comenta Marisa Mujica, directora de la fundación.
Millones de niños y niñas viven en entornos inseguros
UNICEF alertó acerca del incumplimiento del derecho de los niños, niñas y adolescentes a un medio ambiente seguro y limpio y precisó que ese segmento de la población en América Latina y el Caribe es “muy vulnerable a los desastres naturales” y que “millones no tienen acceso a servicios como agua y saneamiento básico”.
“Las crisis recurrentes y crónicas afectan cada vez más a la región, una tendencia al alza por el impacto del cambio climático. La escasez de datos estadísticos dificulta la estimación precisa de la población infantil afectada por desastres. Sin embargo, la frecuencia y la dispersión de los desastres, así como el crecimiento de la población infantil hacen que la cantidad de niños y niñas afectados esté en aumento”, informó la organización de Naciones Unidas dedicada a la infancia.
En ese sentido, remarcó: “Con estos antecedentes, la adaptación al cambio climático, la gestión del riesgo y la consolidación de mecanismos de respuesta, así como la inversión de políticas urbanas y climáticas, deben de ser una prioridad”.
A nivel mundial, se estima en casi mil millones la cantidad de niñas y niños -que viven en 33 países en vías de desarrollo-expuestos a un alto riesgo frente a los impactos de la crisis climática.
Los Estados pueden integrarse con las organizaciones para cumplir con su responsabilidad
La integración de esfuerzos entre el Estado en sus diferentes niveles y organizaciones de la sociedad civil es clave para potenciar las acciones de cuidado ambiental que repercuten en forma directa en la salud de la población, en un contexto de altísimo stress del sistema de atención tanto público como privado.
En esta línea, un antecedente reciente es el convenio firmado por el Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires con el Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (Casacidn), que permitirá capacitar a defensorías oficiales, instituciones, equipos profesionales y técnicos en el derecho ambiental de las infancias, entre otras acciones.
Esto ocurre en un escenario global inédito ya que por primera vez el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas ratificó explícitamente el derecho de los niños y las niñas a vivir en un medio ambiente limpio, sano y sostenible, emitiendo una interpretación exhaustiva de las obligaciones de los Estados miembros en virtud de la Convención sobre los Derechos del Niño.
A través de la Observación General nº 26 sobre los derechos del niño y el medioambiente, ese Comité instó a los Estados miembro de la ONU a diseñar y ejecutar medidas para proteger la vida y las perspectivas vitales de los niños en un contexto de emergencia climática, el colapso de la biodiversidad y la contaminación generalizada.
El Relator Especial de la ONU sobre Derechos Humanos y Medioambiente, David Boyd, explicó que “esta nueva Observación General supone un avance fundamental en el reconocimiento de que todos los niños de la Tierra tienen derecho a vivir en un medioambiente limpio, sano y sostenible. Los gobiernos deben tomar medidas urgentes para hacer frente a la crisis medioambiental global con el fin de hacer realidad estas inspiradoras palabras”.
La Observación General Nº 26 especifica que los Estados son responsables no sólo de proteger los derechos de los niños y las niñas frente a daños inmediatos, sino también frente a violaciones previsibles de sus derechos en el futuro debido a los actos -o la inacción- de los Estados en el presente.
Además, subraya que pueden ser considerados responsables no sólo de los daños medioambientales que se produzcan dentro de sus fronteras, sino también de las repercusiones perjudiciales de los daños medioambientales y del cambio climático más allá de ellas, debiendo prestar especial atención a los daños desproporcionados que sufren los niños en situaciones desfavorecidas.
Los chicos, influencers del cuidado del ambiente
“Los niños y las niñas de todo el mundo han liderado la lucha contra el cambio climático, pidiendo a sus gobiernos y a las empresas que tomen medidas para proteger el planeta y su futuro. Con su Observación General nº 26, el Comité de los Derechos del Niño no sólo se hace eco y amplifica las voces de los niños y las niñas, sino que también define claramente sus derechos en relación con el medioambiente que los Estados Partes deben respetar, proteger y cumplir… ¡colectiva y urgentemente!”, expresó Philip Jaffé, miembro del Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas.
Que los niños toman como algo natural el cuidado de la salud y el ambiente es un dato que se constató en un estudio realizado entre padres de niños de 3 a 13 años en ocho países de la región, entre ellos Argentina.
Esa investigación, realizada por la consultora WIN Internacional, reveló que la preocupación por el planeta y acciones concretas derivadas está presente en 7 de cada 10 chicos, quienes se convierten a su vez en embajadores del cuidado ambiental dentro de su hogar y en su entorno.
En el Centro de Primera Infancia de FUNDAMIND, el cuidado del ambiente está siempre presente. “Los niños incorporan lo que hablamos y hacemos. Los más grandes también indican a sus padres y hermanitos lo que no está bien, de acuerdo a lo que enseñamos en la salita. Estamos tratando de construir una identidad de la primera infancia que moldee el pensamiento y accionar de los más chicos para generar una conciencia de cuidado colectivo”, señala Mujica.
“Si bien las medidas preventivas individuales no son la solución frente a las endemias, epidemias y pandemias, deseamos que quienes pasan por FUNDAMIND incorporen una actitud de prevención y cuidado. Un soplo de vida en la turbulencia de la crisis.”