A 30 años de la aprobación de la Convención Internacional sobre los Derechos de la Niñez, hay todavía 262 millones de niños, niñas y adolescentes que no van a la escuela y 650 millones de niñas y adolescentes forzadas a casarse antes de cumplir 18 años.
“Año tras año nos reunimos, decimos todo lo que está mal, lo que hay que hacer y al año siguiente nos juntamos, nos miramos las caras y sigue todo igual. Me crearon hace treinta años y no me cumplieron.”
Así habla en primera persona la Convención Internacional sobre los Derechos de la Niñez (CIDN), aprobada el 20 de noviembre de 1989, hace exactamente treinta años.
Las palabras fueron emitidas este lunes 18 por Kurt Ottosen, un joven de 18 años nacido en Mendoza, elegido como Embajador Americano y Niño Asesor del Comité por los Derechos del Niño de las Naciones Unidas.
Fue en la sede de la ONU en Ginebra, donde se realizó una sesión plenaria para poner en valor los avances y alertar sobre las deudas pendientes luego de tres décadas de vigencia de un documento que cambió el paradigma de la infancia para casi todos los Estados del mundo.
“Me tienen guardado en un cajón y todo lo que dice no lo han cumplido. Incluso hay países, Estados Unidos por ejemplo, que a 30 años de mi creación aún me desconocen y no me ratifican”, leyó Ottosen al personificar la Convención.
En otro pasaje de su discurso, ratificó el espíritu de este documento: “Nada de nosotros sin nosotros”. En efecto, la CIDN consagra “el interés superior del niño” y deja atrás el paradigma tutelar que regía las normativas y las políticas públicas.
Para Unicef, “la Convención sobre los Derechos del Niño plasma un consenso entre los diferentes sistemas jurídicos y las diversas culturas en relación a los principios y criterios esenciales que deben regir en la protección de la niñez”.
Además, “ofrece una visión del mundo en la cual todos los niños y todas las niñas viven y desarrollan su potencial pleno sin discriminación, y son protegidos, respetados y alentados a participar en las decisiones que afectan sus vidas, buscando siempre respetar su interés superior”.
Paz, dignidad, tolerancia, libertad, igualdad y solidaridad, son algunos de los términos que incluye en su preámbulo, donde también confirma que “el niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión.”
Ahora bien, de la letra a los hechos hay una amplia brecha que aún está lejos de ser cerrada. La propia oficina de Naciones Unidas para la infancia advirtió en las últimas horas que “la pobreza, la discriminación y la marginación siguen dejando a millones de los niños más desfavorecidos en peligro”.
A eso se suman “los conflictos armados, la creciente xenofobia, la migración global y la crisis de refugiados, los cuales tienen un impacto devastador en los progresos mundiales”.
¿Cuáles son los progresos? La mortalidad de menores de cinco años bajó un 60%, la desnutrición se redujo a la mitad y la proporción de niños en edad escolar primaria que no va a la escuela disminuyó del 18% al 8%.
Sin embargo, hay todavía 262 millones de niños, niñas y adolescentes que no van a la escuela y 650 millones de niñas y adolescentes forzadas a casarse antes de cumplir 18 años. Además, en los países de rentas medias y bajas los niños de los hogares más pobres tienen el doble de posibilidades de morir de causas prevenibles antes de cumplir los 5 años que los de los hogares más ricos.
En un informe titulado La Convención de los Derechos del Niño en la encrucijada, Unicef señaló también que la inmunización ha sido uno de los grandes éxitos en la historia de la salud pública y ha contribuido a salvar las vidas de millones de niños.
Sin embargo, la cobertura de la vacunación contra el sarampión se ha estancado desde 2010, lo que ha contribuido al resurgimiento de la enfermedad mortal en muchos países. En 2018 se registraron casi 350.000 casos de sarampión, más del doble del total en 2017.
Otro flagelo es la reclusión y el desplazamiento forzado, que los chicos sufren especialmente como consecuencias evitables de conflictos sociales y políticos. Un dato escalofriante, brindado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, es que cerca de siete millones de niños son recluidos cada año en el mundo. Además, 5,4 millones de menores de edad viven en centros tutelados por el Estado que, “por su propia naturaleza, no pueden operar sin privar a los niños de su libertad”.
Por último, la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, reivindica la voz de líderes juveniles como Greta Thunberg o Malala Yousafzai. “Debemos asumir el liderazgo de los jóvenes que hablan y defienden sus derechos como nunca antes había ocurrido”. Ellas y ellos “van a desempeñar un papel cada vez más importante a la hora de modelar el futuro de la infancia”.
La representante de Unicef en Argentina, Luisa Brumana, reconoció que la principal deuda con la niñez está vinculada a la pobreza, entendida como un problema estructural, que va más allá de la falta de ingresos.
FUNDAMIND, organización nacida casi a la par de la CIDN, viene trabajando desde 1990 en la protección integral de los derechos de los niños, desde el paradigma propuesto por la Convención y en línea con la ley nacional (26.061) de Protección Integral de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, sancionada el 28 de septiembre de 2005.
Efectivamente, la pobreza es uno de los dramas más urgentes pero también permanentes que atraviesan millones de chicos en nuestro país. Desde su centro materno infantil en el barrio porteño de Balvanera, FUNDAMIND da respuesta diariamente a 300 niños y niñas desde 45 días a 3 años.
Alimentación, educación, atención de la salud y recreación son algunos de los derechos que directa o indirectamente pueden ser satisfechos por organizaciones de la sociedad civil.
“Entendemos que nuestro rol es fundamental sobre todo en momentos de crisis donde muchas familias se quedan sin sostén. Más allá de eso, siempre nos ofrecemos como un complemento de las políticas públicas para lograr mejores resultados y garantizar los derechos de la niñez más desfavorecida”, explica Gerardo Mitre, presidente de FUNDAMIND.
Esta fundación se convirtió en uno de los 76 centros de primera infancia reconocidos por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y cada año busca satisfacer la demanda de vacantes que no se encuentran en otros jardines maternales o infantiles del sistema educativo en la Ciudad.
El acompañamiento a las familias, que a veces se reduce a madres jóvenes, migrantes y sin trabajo estable, se vuelve fundamental para que los derechos de la niñez sean satisfechos también en el hogar.
En Argentina el 16% de los nacimientos proviene de madres de entre 15 y 19 años, aunque en algunas provincias ese porcentaje asciende al 25. Dos de cada tres de esas chicas no planearon su embarazo y la mayoría no usaba métodos anticonceptivos.
La lactancia materna también es una prioridad en la agenda con las madres: podría salvar más de 800 mil vidas al año, la mayoría de ellas de menores de 6 meses.
Muchas de las familias que llegan a FUNDAMIND provienen de otras provincias y países limítrofes. Por eso en todas las acciones se toma en cuenta la trayectoria migrante y el desarraigo de quienes buscan asistencia.
FUNDAMIND -ubicado en uno de los barrios con mayor población extranjera dentro de la Capital Federal- dio a conocer el caso de un niño de dos años que concurre al CPI y llegó en mayo de Venezuela, junto con su madre. “El padre de él compró pasajes para que vinieran a Buenos Aires, dado que allá no tiene como mantenerlos. Acá apenas logran subsistir. Comparten una casa con compatriotas, donde en la habitación apenas entran dos camas y no hay lugar para una cuna.”
En algunos casos, el desplazamiento forzado está vinculado a uno de los delitos más aberrantes que sufren los chicos: la trata para fines de esclavitud o explotación sexual. En efecto, aproximadamente un 30 por ciento de las víctimas de la trata son menores de edad, según organismos internacionales.
FUNDAMIND realiza acciones para combatir este flagelo así también como realiza talleres y actividades para prevenir el abuso sexual. Si bien el 53 % de los casos ocurren en el hogar y el agresor casi siempre es un familiar, las instituciones deben hacerse cargo de trabajar sobre el cuidado de los chicos, tanto con adultos responsables como con los propios niños, poniendo en práctica la educación sexual desde temprana edad.
Para ampliar la visualización de esta problemática, la fundación emitió un informe en el que alertó sobre el ciberacoso y el grooming, sobre la base de que el 70% de los niños de 5 años utiliza el teléfono de sus padres para jugar o escuchar música.
En estos 30 años de compromiso con los derechos de la niñez, FUNDAMIND se convirtió además en un referente continental para la erradicación del SIDA en la infancia.